Aprendiendo a escuchar,

Si tuviera que destacar una idea capaz de describir el reciente Encuentro sobre Paisajes Sonoros, recurriría sin duda a su carácter interdisciplinar. Muchos me diréis que es un concepto muy manido, desgastado por un uso indiscriminado. Y por ello pienso que es aún más importante volver sobre él en este terreno sonoro y sensible que nos ocupa a todos.

Probablemente el contenido de las diversas intervenciones no era tan trascendente (sin ánimo alguno de ofensa...) como la capacidad de escucha y diálogo probadas a lo largo del encuentro. Provenimos de disciplinas muy diversas que hasta recientemente podían sólo hablarse en términos evocativos o muy generales. Esto ya no es así, y sin que cada uno haya renunciado a su especificidad disciplinar, sabemos tender puentes que nos enriquecen y nos obligan a poner en duda algunos puntos de nuestros credos respectivos.

Romper la monogamia disciplinar no quiere decir que podamos acostarnos arquitectos y levantarnos compositores, o “factótums” omniscientes (a imagen de algún que otro barbero); es una simple aceptación de que poseemos únicamente una de las muchas miradas posibles sobre cada fenómeno y que por ello, necesitamos de otras competencias y de vínculos de enlace hacia ellas. Tal vez resulte por este motivo más justo hablar de inter-disciplinar que de trans- o multi-disciplinar; necesitamos aprender del otro para engendrar conjuntamente una nueva mirada transversal sin que por ello necesitemos “convertirnos” (proceso por desgracia relativamente habitual y violento en ocasiones).


Esta mirada transversal, fundamental en todo modo de conocimiento, es connatural al Paisaje Sonoro (en su sentido amplio, que es el que aquí nos concierne). Pretender entender algo de esta expresión esencial del entorno desde el “oído” aislado de un arquitecto, músico, sociólogo, antropólogo o psicólogo es una pura entelequia pues su naturaleza misma es híbrida. Percibimos, sentimos, comprendemos, representamos, sonamos (término que tomo prestado, a cuyo autor agradezco, efusivo, su revelación!) de modo global y no por fragmentos inconexos o manifestaciones y sensaciones corporales disgregadas.

Por esta escucha colectiva, mi agradecimiento sincero a cuantos participaron en este encuentro, pues de todos ellos aprendí y compartí maneras diversas de sentir y entender nuestro entorno sonoro, sea este natural, urbano, musical, interno o cuantas otras manifestaciones hemos podido recorrer dichos días.

Comentarios

  1. Mª Carmen Fernández Cañedo

    Para experimentar con los paisajes sonoros, he comparado tres de mi entorno: mi casa, la estación de autobuses y un paseo que hoy junto al río.
    Me he dado cuenta de que percibimos sonoramente mucho más de lo que somos conscientes. Estamos rodeados de estímulos sonoros, pero estamos tan habituados a la mayoría de ellos que no los registramos conscientemente.
    El paisaje de mi casa me recultó conocido y cómodo, familiar. El de la estación de autobuses cuando me concentre en él, me pareció ruidoso y estresante. El paisaje sonoro del paseo junto al río me inspiró paz y tranquilidad, sosiego.
    Cada sonido o ruido que registraba lo asociaba inmediatamente a lo que lo producía. Si te concentras en lo que escuchas puedes hacer que tu oído vea, y no sólo eso, sino que también pueden influir en ti (en tu estado de ánimo, tus emociones...).

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog